Entendiendo la fascinante QUIMICA DEL ENAMORAMIENTO
Dejemos al corazón de lado por un momento y reconozcamos que el enamoramiento es un proceso cerebral.
Los neurocientíficos consideran que el ser humano y su cerebro están preparados para enamorarse 7 veces en la vida. Enamorarse es una reacción biológica básica. Esa fuerte atracción por otra persona produce en el cerebro oxitocina, serotonina, dopamina, endorfinas y vasopresina.
En un estudio de la famosa antropóloga Helen Fisher, cuando los voluntarios veían a la persona amada, las partes de su cerebro relacionadas con la gratificación y el placer se encendían.
En las proporciones adecuadas, la dopamina -que sería la hormona más presente en el proceso- induce energía, entusiasmo, concentración y motivación para obtener recompensas. Por eso, cuando nos enamoramos, podemos pasar una noche en vela, ver un amanecer (en vez de dormir) o bajar esquiando por una pendiente que normalmente nos parecería demasiado arriesgada. El sentimiento amoroso nos hace intrépidos, brillantes y dispuestos a vivir aventuras.
Pero tal “burbuja de amor” tiende a desinflarse. Los estudios demuestran que ninguna pareja suele mantenerse en esa cumbre apasionada por más de 2 años y a algunos les dura solamente unos meses. Desde el punto de vista biológico, las razones que explican que el amor romántico se desvanezca pueden hallarse en el modo en que nuestro cerebro responde a las oleadas de dopamina que acompañan a la pasión, las que nos hacen “volar” (no en vano se dice que cuando estás enamorado(a) te sientes “en las nubes”).
Los consumidores de cocaína conocen el fenómeno de la tolerancia, por el cual el cerebro se adapta al suministro excesivo de droga. Quizá las neuronas se desensibilizan y necesitan cada vez más de esa misma sustancia para producir la misma subida. Eso podría explicar por qué hay personas que se vuelven adictas a la experiencia inicial de enamorarse que resulta tan excitante y energizante y duran, por ende, muy poco en cada relación.
Pensándolo bien, tal vez sea bueno que el romance se diluya. ¿Existirían avances científicos y tecnológicos si nos pasáramos la vida embelesados? En lugar de una civilización en permanente evolución sólo tendríamos flores, bombones y anticonceptivos. Si el estado químicamente alterado -inducido por el amor romántico- es equiparable a un trastorno mental o a la euforia inducida por las drogas, una exposición demasiado prolongada a la pasión amorosa podría producir daños psicológicos.
Desde el punto de vista fisiológico, casi toda pareja ha pasado de la pasión amorosa, un estado saturado de dopamina, a la relativa calma de un vínculo inducido por la oxitocina. La oxitocina es la hormona que favorece los sentimientos de conexión y apego. La producimos cuando abrazamos o besamos a nuestra pareja de muchos años, por ejemplo.
Se cree que en las relaciones largas que funcionan, la oxitocina está presente en abundancia en ambos miembros de la pareja. En las relaciones que nunca llegan a despegar, o que se derrumban una vez superada la pasión inicial, es probable que la pareja no haya encontrado la forma de estimular o mantener la producción de oxitocina.
¿Cómo hacer para mantener las hormonas de la felicidad haciendo de las suyas en esa relación que nos interesa que dure?
Los masajes, las manifestaciones físicas de afecto y hacer el amor estimulan la producción de oxitocina y estrechan los lazos de la pareja.
También es recomendable hacer cosas nuevas juntos (deportes, montañas rusas, excursiones, entre otras actividades al aire libre), porque la novedad potencia la dopamina en el cerebro, a lo que agregar una cierta dosis de adrenalina completa la fórmula ganadora.
¿No fuiste buen estudiante de química en el colegio? ¡Todavía estas a tiempo de serlo en el campo de la química del amor! Te conviene, si deseas triunfar en tu relación de pareja.